A cuatro años de la tragedia del rayo, afirman que faltan elementos para salvar vidas en las playas de Gesell

En 50 kilómetros de playa hay alrededor de 5 desfibriladores, cuando, según los expertos, deberían ser 100.

Desde su casilla, Agustín Rossberg, guardavidas del parador Dalí, en la 123, ve perfecto la primera hilera de carpas del balneario Áfrika, donde hace cuatro años pasó lo peor, lo que nadie esperaba. Un rayo, que cayó sobre la arena, terminó con la vida de cuatro jóvenes y dejó más de 20 heridos.

Dice que no puede olvidar el momento en el que a tres de los cuatro fallecidos los “tapó la luz”. “Priscila (Ochoa), que murió al día siguiente en el hospital, se acercó a dos chicos que descansaban en reposeras. Fue entonces que vino la luz, una luz del tamaño de mi casilla y los cubrió por completo, después se sintió un estruendo grave seguido de otro agudo, más largo y fuerte”, recuerda Agustín.

Cuando lo cuenta se agita y gesticula mucho. “Fue un pum y un crash y un zumbido en los oídos. Parecía una bomba”, sigue. Por la onda expansiva voló un metro hacia atrás. Pero, aturdido y asustado, corrió de vuelta para el lado de Áfrika, donde se dedicó por más de una hora a reanimar, contener y trasladar heridos. No tenía los elementos necesarios para asistir a las víctimas ni pedir ayuda. Cuatro años después asegura que sigue sin tenerlos.

De un gancho cuelgan las banderas para alertar sobre el estado del mar, muestra la del rayo y explica que, lamentablemente, es lo único que se hizo después de la tragedia. “Dijeron que iban a poner pararrayos pero el proyecto nunca avanzó y acá nos faltan elementos básicos no sólo para actuar si cae otro rayo, sino también para sacar a alguien del mar y salvarlo”, suma Agustín, que forma parte de la Unión de Guardavidas de Villa Gesell.

Según él, no se cumplen con puntos básicos de la ley provincial de guardavidas (la 14.798) que exige, por ejemplo, contar con un Desfibrilador Externo Automático (DEA) cada tres minutos de caminata.

“Es clave que estén. Con ese aparato se salvan vidas. En 50 kilómetros de playa hay alrededor de 5 desfibriladores cuando deberían ser 100”, detalla sobre la situación que vienen denunciando ante la Municipalidad y el Ministerio de Trabajo desde 2014. Además, remarca que son pocos los que tienen completo el botiquín de primeros auxilios, dice quefaltan boquillas para practicar RCP, tablas rígidas y cuellos ortopédicos. “Esa vez, tuve que dejar heridos graves y salir a los gritos a pedir ayuda a otros guardavidas. Todavía no tengo un handy”, señala Agustín.

En la 127 está Santiago Mandia, guardavidas de Fredda, que la tarde del 9 de enero de 2014 también se acercó a ayudar. “Me dediqué a hacer RCP, estabilizar a los heridos y subirlos a cuatriciclos y autos”, cuenta Santiago, que hoy se encuentra en una situación similar a la de su compañero. “No tengo DEA, camilla rígida, ni soga náutica. Ayer se me complicó un rescate en la zona del muelle por no contar con 300 metros de soga”, dice.

Consultado por este tema, Marcelo Zulkovski, director de Seguridad en Playa de Villa Gesell, confirmó el faltante de desfibriladores. “Es cierto, hay seis. Pedimos más pero por una cuestión presupuestaria no los tenemos. Y no hay plazos para conseguirlos por este problema financiero”, reconoció Zulkovski, aunque aclaró que sí hay handies: “Contamos con 50 y van a sumar otros 60; y los elementos de botiquín se están renovando constantemente”, afirmó. A su vez, remarcó que, por protocolo, cuando hay riesgo de actividad eléctrica se obliga a la gente a dejar la playa.

A algunos hay que exigirles que abandonen la arena pero otros se van solos. Cinthya y Alan, que son de Zárate y veranean en Pinamar, dicen que desde la tragedia de Gesell toman con mayor seriedad las tormentas.

​ Si se larga a llover salimos del agua y si vemos actividad eléctrica nos vamos de la playa. Además, prestamos atención a la bandera”, comenta Alan. Rocío, que es de Pilar y está de vacaciones junto a sus amigos, asegura que ella deja la playa porque no quiere mojarse y no por temor a un rayo. “Hay que tener mucha mala suerte, es algo que no me preocupa. Tampoco sabía que había una bandera específica para eso”, agrega.

Clarín 

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