Escándalo en una reunión del gremio aeronáutico: esperan la intervención del Ministerio

La cartera de Trabajo quedó en la incómoda posición de tener que inclinar la balanza en una pelea donde se cruzan los intereses deHugo Moyano y los de Luis Barrionuevo.

Está más o menos convenido por todo el mundo que la reciente historia de terror protagonizada por la señorita Xipolitakis y los dos pilotos de Austral no respondió más que al perfil bizarro de un trío de irresponsables. Como sea, el absurdo estalló en la cara de Mariano Recalde y el costo terminó pagándolo el Gobierno. Por eso, por nada del mundo el kirchnerismo quiere volver a salir lastimado de un episodio que otra vez tiene a los aviones como telón de fondo.

Ahora quedó en el centro de la escena el escandaloso proceso electoral para renovar autoridades en la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), el gremio que agrupa a los que cumplen funciones referidas al mantenimiento y reparación de las aeronaves. También nuclea a los despachadores y a los controladores de tránsito aéreo. Cuenta con unos 4.500 empadronados.

El asunto carece del glamour de una vedette al comando de un Embraer 190, con 40 almas a bordo, pero también tiene su miga: el Ministerio de Trabajo quedó en la incómoda posición de tener que inclinar la balanza en una pelea donde se cruzan los intereses políticos de Hugo Moyano y los de Luis Barrionuevo, socios mayores en la representación del sindicalismo opositor.

A modo de plus, entre ambos caciques aparece, tironeada, la figura del jefe de la APTA, el barrionuevista Ricardo Cirielli, que para darle más condimento al relato se trata de un hombre al que Néstor Kirchner encumbró en su momento como funcionario de Transporte y que hoy está visto desde el kirchnerismo como un réprobo o algo parecido.

Cirielli lleva 24 años como titular de su organización y busca un período más, en línea con la vocación sindical de eternizarse. El miércoles presidió un encuentro que consagraría a la junta electoral del proceso que lo enfrentará a una coalición de moyanistas, gente de la CTA, sectores de izquierda e independientes. Pero todo concluyó en un gran bochorno, que incluyó la participación de patotas, golpes, pesadas amenazas y gases lacrimógenos a discreción. También hay versiones encontradas sobre lo qué pasó.

«Fue una vergüenza, desde adentro del predio dieron la orden de cerrar las puertas (bajar las persianas). Cirielli y su gente se dieron cuenta de que la convocatoria fue masiva y que los votos no les iban a alcanzar para controlar y ganar la votación», explicó Cristián Prado, uno de los líderes de la agrupación opositora. A todo esto, los veedores de Trabajo no tuvieron otra que salir corriendo de ese pandemónium.

Al parecer, Cirielli consideró que estaban dadas las condiciones para seguir adelante y se eligió una junta electoral a su medida; naturalmente objetada por sus adversarios, que se quedaron sin votar. Más tarde diría, igual que su mentor Barrionuevo, que hubo una mano negra de la administración K, supuestos «infiltrados» en su contra de La Cámpora y de Quebracho.

Le toca mover ahora al ministro Carlos Tomada y a su segunda Noemí Rial. Serán ellos quienes determinen si estuvo en lo correcto lo hecho por Cirielli y las elecciones de septiembre se mantienen o si, por el contrario, consideran la nulidad de lo actuado y ordenan una nueva votación de la junta electoral. De elegir la segunda opción, podrían ordenar hasta la designación de un interventor que termine ocupando el lugar de Cirielli, ya que se vencerían los plazos que la ley estipula para el recambio de las conducciones gremiales. «A Cirielli no lo van a bancar», dijo a Infobae un asesor legal del moyanismo con buena llegada a la cartera laboral.

Curioso personaje Cirielli. Como tantos otros, pasó sin complejos del menemismo complaciente al kirchnerismo militante. Kirchner lo puso de segundo de Ricardo Jaime en Transporte, pero en 2007 terminó perdiendo la interna con el multiprocesado ex funcionario cordobés, tras un confuso episodio de coimas. También cometió el pecado de hablar mal del ex presidente muerto.

De vuelta al llano se alineó con Barrionuevo. Prueba de eso es que la fallida elección del miércoles se realizó en un local que el gremio de los gastronómicos tiene en el barrio de Constitución. Pero todavía suena más extraño -o no tanto- que Moyano busque el desalojo de un dirigente que tiene a su lado como presidente del club Independiente.

Cirielli también acredita cuentas pendientes con la Justicia, que lo investiga por supuesto enriquecimiento ilícito y de negociaciones incompatibles con la función pública. Tendría varios bienes de lujo. Voceros gremiales dijeron ayer a este medio que «El Negro (Moyano) y Luis (Barrionuevo) no van a exponer su sociedad» en una pelea por el dirigente aeronáutico.

Mientras, el sindicalismo oficialista sigue adelante en su empeño de empujar al actual gobernador bonaerense como heredero de la doctora Kirchner. Esta semana presentaron la «mesa sindical Scioli Presidente» en la sede de los taxistas de Omar Viviani. En declaraciones a la prensa, Antonio Caló y compañía se mostraron conformes con lo conseguido por los gremios en las paritarias 2015. Y tampoco nadie presentó objeciones a la muy pobre participación sindical en las listas del oficialista Frente para la Victoria.

Lo que sí callaron los sindicalistas K remite a las diferencias que mantienen entre las postulaciones de Julián Domínguez y de Aníbal Fernández como gobernadores de la provincia de Buenos Aires. Más encapsulada aún quedó la preocupación que invadió al grupo al conocerse que el gobierno de Dilma Rousseff se propone un ajuste sin anestesia -diría Menem- para combatir la inflación y el desempleo crecientes en Brasil. De hecho, se autorizará a empresas en crisis para que flexibilicen las jornadas laborales y los salarios. «Habrá que prepararse para eso si gana Macri», metían miedo.

Otras de las aflicciones compartidas entre los barones del sindicalismo peronista es la creciente aparición de gremios paralelos en diversos sectores. A la reciente creación de un sindicato mellizo al del personal jerárquico de Ferrocarriles, acaba de consagrarse una nueva federación de trabajadores judiciales, alternativa al gremio que conduce el moyanista Julio Piumato.

Fuente: infobae.com

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