Vidal, la revelación de Macri en territorio bonaerense

María Eugenia Vidal tenía anteayer dos objetivos: ser la candidata más votada en las internas de la provincia de Buenos Aires y que Aníbal Fernández ganara la feroz puja peronista del Frente Para la Victoria.

El primero obedeció en gran parte a una lógica decantación partidaria. Vidal obtuvo en territorio bonaerense los mismos votos que Cambiemos en todo el país -casi un 30 por ciento que consolidó al frente opositor como la segunda minoría de cara a octubre-, en una provincia en la que el corte de boleta es de bajo a nulo. En realidad, lo de la candidata a gobernadora de Mauricio Macri es más simbólico que otra cosa: Vidal conservó los votos nacionales en su condición de mujer, en el distrito más conflictivo, peronista y caudaloso de la Argentina, en el primer desafío electoral del PRO más allá de la avenida General Paz y con una fiscalización que estuvo en duda hasta la mismísima madrugada del domingo. Lo necesario para consagrarse en la sorpresa y la revelación de las elecciones.

Suficiente para posicionar a la vicejefa porteña en una posición de privilegio en el seno del PRO, un espacio personalista y sensiblero en el que hasta ahora solo brillaban Macri y Gabriela Michetti en cuestiones de popularidad, y Horacio Rodríguez Larreta en términos estrictamente electorales. Vidal superó esa barrera. Un ejemplo: según los números de los días previos a los comicios de anteayer, en algunos distritos del interior bonaerense la imagen de la ex ministra porteña se había ubicado incluso un par de puntos por encima de la del jefe de Gobierno. Todavía muy por debajo, es cierto, de los 70 puntos de imagen positiva que Michetti alcanzó en la tercera sección del conurbano, el más adverso al PRO en términos electorales. Eso explica por qué la presencia de la senadora se multiplicó en esos distritos en las últimas semanas previas a las PASO. Explica, además, el hecho de la candidata a vicepresidenta de Cambiemos relegara sus visitas al norte del país para fatigar el Gran Buenos Aires. La mala elección de Macri en el NOA y NEA, donde se concentran unos 3 millones de votos, es, en parte, consecuencia de ello.

Aplicada, leal y laboriosa, Vidal se desprendió hace rato del cordón umbilical que la unía con Horacio Rodríguez Larreta -que la rescató de la Fundación Grupo Sophia, donde dirigía los equipos de políticas sociales- y consolidó su relación con Macri. De legisladora, a ministra de Desarrollo Social, de ministra a vicejefa, y de ahí a referente en la provincia de Buenos Aires. «Siempre fue un diamante en bruto», asegura un dirigente que acompañó de cerca su crecimiento desde los inicios. El ascenso meteórico le valió a la funcionaria un lugar preponderante en las preferencias del líder del PRO: no es parte de su mesa chica, pero se ganó, de a ratos, una silla que antes no tenía.

Vidal es metódica. El sábado, estudió hasta casi las 5 de la tarde junto a su equipo los principales lineamientos del discurso que daría al día siguiente. Escucha, lee, aprende y ejecuta. Ni más ni menos. Cuando improvisa, no le pifia. Aunque no se sale demasiado del libreto guionado por Jaime Durán Barba, que acaparó las últimas dos semanas de la campaña bonaerense.

Junto a Santiago Nieto, su socio, el asesor ecuatoriano del PRO se sumó en la recta previa a las PASO al equipo que acompaña a la ex ministra, integrado por el legislador Federico Salvai –su mano derecha y asesor de confianza-, Fernando de Andreis, ex jefe de campaña de Rodríguez Larreta, y rellenado desde hace meses con Jorge Macri. El mismo staff que la vicejefa reunió la noche del domingo anterior a las elecciones, con quienes siguió el informe presentado en «Periodismo Para Todos» por Jorge Lanata, en el que se vinculó a Aníbal Fernández con el Triple Crimen de General Rodríguez y el negocio de la efedrina. Primero le temieron. Con el resultado puesto, lo celebraron: como la mayoría de los especialistas, Vidal está convencida de que dicha emisión ayudó al jefe de Gabinete de Cristina Kirchner a consolidarse como el candidato del núcleo duro del oficialismo. Fue el segundo de los objetivos festejado anteanoche. El de polarizar hasta octubre con un adversario atrevido pero mucho más franqueable que Julián Domínguez. En el PRO celebraron lo que consideran una piedra en el zapato de Daniel Scioli.

La vicejefa de Gobierno porteña es la flamante estrella del PRO con la que Macri rechazó a Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires en las negociaciones previas a las PASO del domingo, una arquitectura diseñada por Durán Barba y Marcos Peña que hasta ahora dio resultados y que ayer el círculo rojo volvió a recordar con cierto fastidio. El jefe de Gobierno resistió con su actual vice la gran interna bonaerense con la que, según ese círculo, la oposición hubiera arrasado con Scioli. El ex presidente xeneize sostuvo a su candidata, y hasta declinó la propuesta de Emilio Monzó, su armador territorial, de incluirlo al radical Gustavo Posse en esa interna.

Lo que sigue después de anteanoche es, todavía, una incógnita. ¿Pueden acordar Massa y Macri? ¿Deben hacerlo? ¿Pueden avanzar en un acuerdo si la ingeniería jurídico-electoral ya no lo permite? ¿De qué manera? Lo que se esbozó ayer en los pasillos del hotel Sheraton de Retiro tras la conferencia de Cambiemos da cuenta de, al menos, algún tipo de acuerdo a nivel distrital que en los papeles también suena impracticable.

No es que Vidal haya sido fundamental en ese rechazo a Massa, una alianza fallida que todavía le produce jaqueca a Nicolás Caputo, el más íntimo de los amigos de Macri y principal promotor de ese trunco acuerdo. Tal vez su éxito, el de la vicejefa porteña, hasta sea circunstancial. Estrictamente coyuntural. Dependerá de ella, de la performance electoral del PRO en octubre y, de haberlo, en un eventual ballottage. En todo caso tiene guardado un lugar de peso en el futuro gabinete de Rodríguez Larreta.

Pero la sorpresiva elección de la funcionaria y de Macri en la provincia de Buenos Aires fue clave para el resultado final: poco más de 2.300.000 votos bonaerenses sobre algo más de 6.500.000 a nivel nacional. Hace tres meses, con un nivel de conocimiento bajo de la ex ministra y una fiscalización todavía demasiado verde, era impensada. Y eso que en los colegios más turbios del conurbano bonaerense hubo ministros que la pasaron feo. A uno de ellos lo corrieron a botellazos. Otro, en un distrito del tercer cordón, tuvo que entrar en persona al cuarto oscuro porque se habían encerrado los fiscales del oficialismo y el presidente de la mesa, a solas, según el funcionario, a manipular la urna. Patricia Bullrich, por caso, desafió los límites geográficos: cabeza de lista de la nómina de Diputados en la ciudad de Buenos Aires, se pasó todo el día en Avellaneda.

Fue clave, además, la respuesta a los resultados de los últimos focus groups analizados por Durán Barba, todavía hoy principal estratega político de Macri, que mostraban a la mujer cercana al vecino pero dubitativa y débil para enfrentarse a los caciques bonaerenses. De allí surgió aquello de los «muchos machos que gobernaron y que parecía que se la bancaban». Por cada flaqueza, una propuesta comunicacional. Como buena aprendiz, Vidal no le escapa al manual de estilo PRO.

Fuente: infobae.com

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